sábado, 24 de marzo de 2018

María Auxiliadora. El mundo tiene necesidad de ella (ADMA)


 












En 1814, el Papa Pío VII, prisionero del general Napoleón, prometió a la Virgen que el día que llegara a Roma, en libertad, lo declararía fiesta de María Auxiliadora. Inesperadamente el pontífice quedó libre, y llegó a Roma el 24 de mayo. Desde entonces quedó declarado el 24 de mayo como día de María Auxiliadora. En 1860 la Santísima Virgen se aparece en sueños a San Juan Bosco y le dice que quiere ser honrada con el título de "Auxiliadora", y le señala el sitio para que le construya en Turín, Italia, un templo. Don Bosco empezó la obra con sus tres monedas de veinte centavos cada una, pero fueron tantos y tan grande los milagros que María Auxiliadora empezó a obtener a favor de sus devotos, que en sólo cuatro años estuvo terminada la Gran Basílica. El Santo solía decir: “Cada ladrillo de este templo corresponde a un milagro de la Santísima Virgen", desde aquel Santuario comienza a extenderse por el mundo la devoción a María bajo el título de Auxiliadora de los Cristianos. Sin duda es con  Don Bosco, el santo de María Auxiliadora, con el que esta advocación mariana encontró el mejor paladín y trampolín para el desarrollo y popularidad. Pero será exactamente en 1862, en plena madurez de Don Bosco, cuando éste hace la opción mariana definitiva: Auxiliadora. "La Virgen quiere que la honremos con el título de Auxiliadora: los tiempos que corren son tan aciagos que tenemos necesidad de que la Virgen nos ayude a conservar y a defender la fe cristiana". Hoy, salesianos y salesianas, fieles al espíritu de sus fundadores  y a través de las diversas obras que llevan entre manos siguen proponiendo como ejemplo, amparo y estímulo en la evangelización de los pueblos el auxilio que viene de María Auxiliadora.











Esta asociación agrupa a todos/as los/as devotos/as de la Virgen de Don Bosco, que intentan con su vida y su fe difundir el amor a Jesús y a su Madre Auxiliadora. Nuestro corazón guarda todavía la alegría que hemos vivido durante la Eucaristía en el día de hoy. Sentimos, en primer lugar, un gracias, por haber sido llamados a entrar en esta grande y hermosa familia de Don Bosco, en la asociación que quiere ser una gracia y una alabanza a la Madre que ayuda. Al mismo tiempo que la alegría de la gratitud se confunde con el deseo de asumir plenamente este carisma y de vivirlo en plenitud, para bien nuestro, de todas las personas que amamos y que nos aman y por la Iglesia entera.
Verdaderamente el mundo tiene necesidad de María Auxiliadora. El carisma del ADMA encarna  el amor por María y la Eucaristía. El ADMA es una realidad que se conoce, una propuesta que se expresa en  la oración y en el silencio, sin proclamas, dejando hablar a Dios en el corazón, que convierte en nuevo cada día de nuestras vidas.

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