jueves, 2 de agosto de 2018

Recuerdo con cariño y gratitud


Sor María Isabel González Raposo, FMA



















La Hermana Sor María Isabel González Raposo ha brindado un gran servicio a la comunidad y ha tenido un enorme compromiso especialmente con los jóvenes, buscando atender a sus muchas necesidades. Ella siempre ha tenido una gran sensibilidad para reconocer y recordarnos la dignidad que cada persona tiene, desde que es concebida. Ella será recordada con cariño y gratitud. Debido a su avanzada edad y estado de salud delicado, se ha trasladado el pasado día 31 de julio a la “comunidad salesiana de Sor Eusebia Palomino” en El Plantío (Madrid) cerrando un capítulo más en su vida, dejando en nuestro colegio de Lugo un gran vacío. Podemos decir que ha dedicado plenamente su vida como Hija de María Auxiliadora y sierva de Dios a la formación y ayuda a las/los jóvenes siendo un vehículo fundamental para ofrecer educación, liderazgo y apoyo a muchos de ellos. Sor María Isabel nos hablaba con delicadeza, con frases sencillas. Es un alma consagrada a Dios que ha renunciado a la familia y Dios la hizo madre de un gran número de almas para el cielo, salvándolas con la oración, el trabajo y el sacrificio. Siempre ha tenido palabras sencillas, apropiadas y prudentes para nosotros. Es una Hija de María Auxiliadora con actitud modesta y humilde. Siempre que ha tenido la oportunidad nos inculcaba la unión con Jesús Sacramentado, el amor a nuestra virgen María Auxiliadora y a practicar la piedad, para ello utilizaba palabras francas, seguras y dulces de modo que jamás ofendía. Se hablará mucho de la acción y del trabajo de Sor María Isabel en favor de los jóvenes dejando testimonio de su trabajo, pues ella “ha tocado muchas vidas”. Ha estado ejerciendo su apostolado durante treinta y dos años en Portugal, entre otros lugares. Efectivamente a lo largo de toda su vida como religiosa, miles de jóvenes han encontrado en ella apoyo y bienestar, a pesar de encontrarse en medio del duro proceso que implica el llegar a un lugar desconocido. Siempre supo estar disponible para ayudar en la educación y formación de jóvenes y adultos. El 4 de febrero de 1991, Sor María Isabel llega a la comunidad de salesianas de Lugo. Habiendo tenido experiencia como delegada de ADMA en la casa de La Roda (Albacete), se hace cargo del grupo que se crea con cuatro socias, que sintieron la llamada de María Auxiliadora. Muy pronto llegan a ser un grupo de ochenta ADMA, la mayoría de ellas madres de alumnos del colegio, que sintieron la necesidad de devoción a la Virgen. Hemos sido bendecidos por Dios al haber conocido a Sor María Isabel. Desde que la conocimos, pudimos darnos cuenta que es una persona especial. Inspira a quienes le rodean, a dar lo mejor de sí mismos, y es que tiene la capacidad de “ver esperanza donde otros ven problemas y puede soñar con un futuro mejor en donde otros ven pesimismo”. Nos ha recordado que las enseñanzas de Don Bosco y María Mazzarello, con su Sistema Preventivo, han permitido realizar una aportación original a la acción educativa entre los jóvenes a través de un método educativo que se basa plenamente en la razón, la religión y el amor. Damos nuestras gracias a Dios por su generoso servicio y dedicación a la comunidad de las Hijas de María Auxiliadora de Lugo y su centro educativo, estando seguros que sus años de ministerio han dado frutos abundantes y duraderos en la vida de las personas que ha servido. Elevamos nuestra oración a Dios para que todo el bien que ha hecho por los demás se vea multiplicado en su vida, con mucha paz y con todo lo que la hace feliz. Para nuestra hermana Sor María Isabel, nuestro profundo respeto, honor, gratitud y el reconocimiento con nuestros mejores deseos y oraciones. La comunidad educativa salesiana de Lugo está en deuda con Sr. María Isabel, por sus muchos años de contribución y entrega generosa. Los que hemos tenido la fortuna de conocerla sabemos de lo que estamos hablando y le damos gracias a Dios por este regalo. Desde la Asociación de Salesianos Cooperadores (SS.CC.) del colegio queremos extender nuestra más profunda gratitud por todo lo que ha logrado y por todo el servicio que ha ofrecido. Usted hermana ha servido a Cristo y a su iglesia muy bien, y ahora rezaremos para que el Señor la bendiga en su nueva etapa ¡Bendiciones Hermana María Isabel!

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